Editorial: Versatil Ediciones, V. Ficción / Noviembre 2010
Género: Contemporáneo
Las inspectoras de policía Olga Ramos y Clara Viñuelas no quieren saber nada de los hombres más allá de pasar un rato divertido. En una operación policial de protección, conocen a Alex O'Connors, neurocirujano, y a Óscar Butler, su mejor amigo, también médico. Y a partir de ahí, muchas cosas cambian en sus vidas.
Si tuviera que definir esta novela en tres palabras,
serían:
1ª- RÁPIDA.
Porque, a pesar que la historia transcurre a lo largo de
un año, las acciones suceden sin pausas ni pérdidas de tiempo. La autora no se
entretiene contando pequeños detalles ni descripciones interminables, ni llena
páginas con momentos que no sean verdaderamente importantes. La mayor parte es
diálogo, y estos son vertiginosos y llenos de ingenio (zafio y vulgar por parte
de Olga y Clara, pero muy divertidos), y no pierde tiempo detallándonos los
movimientos de los personajes mientras transcurren: eres libre de imaginar si
se pasan la mano por el pelo, ponen los brazos en jarras o hacen mohines,
porque Megan no te lo dirá casi nunca.
2ª- DIVERTIDA.
Te ríes aunque no quieras. Los diálogos, lo mejor de la
novela, están llenos de frases ingeniosas que te arrancan unas cuantas
carcajadas. El vocabulario de Olga debería ser objeto de un estudio sistemático
por parte de la Real Academia Española por lo variado, obsceno y lleno de pintorescas
metáforas.
3ª- TREPIDANTE.
Las dos inspectoras, Clara y Olga, son como John McClane
pero en mujer, y el Madrid en el que viven, parece una enorme torre Nakatomi
llena de mafiosos de gatillo fácil. El carácter de Olga, la protagonista,
altamente explosivo, ofrece momentos verdaderamente inolvidables (la pelea en
el baño con la ex de Alex, es memorable a pesar de las consecuencias).
Pero usar sólo esas tres palabras sería injusto, pues
“Fue un beso tonto” no es una novela simple. Alocada y sencilla de leer, sí,
pero no simple. Sus personajes principales son complejos y tienen sus bagajes
emocionales, pero sin llegar a estar traumatizados por su pasado. Las
diferencias sociales y culturales entre ambos forman un cúmulo de obstáculos a
los que tienen que enfrentarse (Alex proviene de una familia acaudalada de la
jet set madrileña, y Olga es barriobajera y muy chicazo), y les provocan
inseguridades y problemas que tienen que superar.
Un punto y aparte merecen los secundarios.
Por un lado tenemos a Clara y Óscar, mejores amigos de
los protagonistas, que al principio se llevan a matar y poco a poco, cambian,
protagonizando una historia de amor paralela a la principal.
Por otro, Pepa, abuela de Olga, y Maruja, la vecina,
entrometidas, alcahuetas y absolutamente divertidas y adorables, son un poco la
conciencia amorosa de Olga, las que la empujan una y otra vez a los brazos de
Alex. Y los compañeros de la comisaría (incluido el ex de Olga), con los que
viviremos los momentos más trepidantes y peligrosos de la historia.
Es una novela llena de risas, amor, celos y amistad, con
la que pasarás un buen rato casi sin proponértelo.
Nota: Que el mejor amigo de
Alex se apellidara Butler y fuese escocés, hizo que, inevitablemente, lo viese
con la cara de mi querido Gerard Butler. Ains.
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